lunes, 31 de enero de 2011

The Whitest Boy Alive Volumen 2

Erlend Øye perdona a México y se ponde una playera de Honduras.

Después de un largo receso en cuanto a visitas a conciertos (por mea culpa, marro, roto, etc.) se me regaló un boleto para ver a The Whitest Boy Alive. Esta vez, la sede fue el otrora Salón 21 en Polansky. Tráfico de horror, sin estacionamiento y todo lo que acarrea un concierto en esa zona de la ciudad (¿o en cualquiera?). No estoy muy de acuerdo con que un grupo se presente en distintas ocasiones sin traer material nuevo (¿Phoenix les suena familiar?) pero bueno, gratis es gratis, un buen rato es un buen rato y sí, me gusta la buena onda que traen el noruego y sus compinches. No se divague más...

El concierto arrancó con mucha energía. La gente estaba feliz disfrutando de las primeras rolas como Golden Cage o Fireworks. Golazo de Daniel Nentwig en los teclados al final de Fireworks. Honor a quien honor merece. Este señor se llevó la noche con su improvisación, talento y variedad de sonidos. Y fue en Fireworks donde nos avisó que la noche le pertenecía... Su improvisación traía desde sonidos techno noventeros (que sabemos les encanta a los miembros de la banda) hasta sonidos lasers que me hicieron recordar las visitas a Laser Shots y Q-Zar... Increíble...

Como el setlist fue muy, pero muy similar al del concierto en marzo pasado, pues no les quedó más que improvisar y alargar las rolas. Lo hicieron y lo hicieron muy bien en la mayoría de las canciones. Hubo ratos donde nuestro querido vocalista gritaba o perdía el tono; cosa que no me encantó del todo... Pero bien, muy bien por la improvisación y las ganas de deleitar con nuevos ritmos. Inclusive, presentaron una canción nueva. ¿Mi humilde opinión? Catástrofe. Fue una especie de canción tropical que en lugar de llenarme de la energía y alegría de WBA, me transportó a una especie de Club Med plagado de gringos con camisas de Hawai 5-0. Pero bueno, ya saldrá al público y cada quien tendrá su opinión.

Aplauso también al señor Øye que anduvo muy platicador, jocoso y jovial intercambiando palabras con el respetable durante cada pausa. ¿Se habrá olvidado Erlend Øye del terrible incidente de los lentes del concierto pasado? Por supuesto que no. Nos perdonó. Sabía que el público mexicano no es como el asno que lo despojó de sus lentes. ¿Cuál fue la reacción de la gente? Euforia absoluta. ¿Qué pasó después? Alguien del público lanzó al escenario una playera de la selección de Honduras. ¿Qué hizo el vocalista? Se la puso orgullosamente. Ante el descontento de la gente, E.O. se defendió alegando que ninguna banda en su sano juicio visita Honduras y que le diéramos chance al pelado del público. ¿Tendrá razón? ¿Demasiado pesado su comentario? Sí a ambas.

En fin, el concierto fue bueno a secas: mucha buena onda, mucho baile pero las mismas rolas...

¡Ah! Y tache al baterista Sebastian Maschat. Qué poca emoción, compadre... Ni las ganas ni buen sonido en la batería. Hay muchos acentos que se dejaron de escuchar y yo no sé si fue tu falta de emoción o carencia de sonido en el lugar... De cualquier forma, tache.