lunes, 15 de marzo de 2010

The Whitest Boy Alive

Bolas disco y sabor noruego/alemán

El lugar se llenó desde temprano (el boleto indicaba las 10 de la noche). Las barras del lugar se desbordaban y, después de un rato, la gente comenzó a impacientarse. El staff se apuraba tras bambalinas para dejar el escenario, la iluminación y el sonido listos. Se apagaron la luces, finalmente, y los músicos salieron al escenario. La gente celebró eufórica su salida. El concierto dio inicio.

De diez, diez. En lo que va del año, ha sido, por mucho, el mejor concierto (y eso que Massive Attack "salió al quite"). Un excelente sonido (sin fallas) aunado a un juego de luces discreto, pero muy bien utilizado (siempre acentuando los instrumentos a lo largo de cada tema), engalanaron la noche. La escenografía consistía en una sencilla manta diseñada al estilo de la portada de su segunda entrega: Rules.

Ahora bien, nadie creería que Erlend Oye es un showman. Pues, lo es; poco ortodoxo, pero lo es. En todo momento se involucra con la gente; baila y deja que sus compañeros se luzcan. Si estos hombres no fueran músicos serían físicos nucleares o algo por el estilo. Más ñoños, imposible: camisas a cuadros, lentes con mucho aumento, flacos, y cualquier otro adjetivo que describa al cliché del sabelotodo del salón. Sin embargo, ¡vaya que saben lo que hacen!

Espero que no hayas salido de puente. Espero que la playa no te haya desviado y te haya hecho pensar que sería en otra ocasión en la que verías al grupo. No sé qué hiciste, pero, te aseguró que NO valió la pena. Fue un concierto perfecto: un lugar pequeño, PURA BUENA ONDA, alegría en la música y sorpresas para la gente.

Si bien, el concierto mantuvo la excelencia durante las 15 rolas (más o menos), hubo un par de puntos de exclamación. Cada quien tendrá su(s) rola(s) favoritas pero para mí, Gravity y Island despadazaron al resto (sí, a Burning y a Courage también). Si algo se llevó la noche fue el palomazo de techno con el cual nos deleitaron. ¿Techno? Pues sí, un techno al más puro estilo de The Whitest Boy Alive: apoyado en el poder del bajo y en los acentos de la batería.

Va el último detallazo de la banda... Y esto ojalá lo leyeran todos los que hacen un encore. En lo personal, no me gusta. Prefiero que lleguen, saluden, toquen por horas y, finalmente, se vayan (muy al estilo de Radiohead o Korn). Si lo van a hacer, que le roben la idea a The Whitest Boy Alive. ¿Qué hicieron? Se "congelaron" por algunos minutos dejándose querer por el público hasta que el Señor Gol y líder E. Oye dio la señal para seguir tocando. La gente se volvió loca y siguió bailando hasta terminar 1517; y así, cerrar el concierto.

El resumen: buena onda y baile.

Bravo.

Vienen Muse, Arctic Monkeys y el Vive Latino. La barrita ya está muy alta y apenas estamos en marzo...

domingo, 7 de marzo de 2010

Noche del 'Merol' progresivo de Dream Theater

Para el metalero romántico que llevas dentro.

Por segunda noche consecutiva, me colé a un concierto. Esta vez fue para ver a Dream Theater. Cualquiera que no conozca su música, los descartaría inmediatamente. "Son otro grupo de viejitos metaleros" - diría o pensaría la mayoría. No soy un gran seguidor, te adelanto. Ni siquiera puedo nombrar 10 canciones del quinteto aunque sí he escuchado algo de su música. Y si no de ellos, per sé, de Liquid Tension, por ejemplo. Entonces sí me es familiar el género.
Ahora bien, cualquier rockero conoce a los "Señores Gol" Mike Portnoy y John Petrucci. Mike Portnoy juega en la misma liga en la que juegan Stewart Copeland y Neil Peart. Mientras que John Petrucci la rompe con Joe Satriani y Steve Vai, probablemente. Si no sabes de qué hablo: primero, búscalo; y, segundo, date de baja.
La noche fue larga en el Auditorio Nacional. Doce o trece rolas. Entonces, ¿por qué digo que fue una larga noche? Solos, puentes, coros y demás detalles que hacen que la construcción de una melodía dure no menos de 6 o 7 minutos.
Melenas y barbas largas, playeras negras y un 95% de la población formada por varones (tal vez exagero, tal vez no)y un escenario muy discreto (la mitad lo ocupaba la batería de Portnoy) con un par de cortinas, una pantalla y un juego de luces limitado acompañaron a la banda. Siendo honestos, no es el objetivo del Metal ser espectacular en cuanto al escenario, video e iluminación. Así es que ni me meto en esos lares.
No obstante, el virtuosismo de cada uno de los integrantes de la banda sí es tema. Primero fue Petrucci quien nos deleitó con un espectacular solo de guitarra (en los descansos entre rolas; pues, claramente, cada composición cuenta con sus dósis de solos). El señor de los teclados, John Rudess fue el siguiente sorprendiéndonos en un duelo virtual contra: él mismo!
La voz a cargo de LaBrie es una voz metalero 100% (aguda, muy aguda, y más aguda durante los coros). La banda se conectó de inicio a fin con los 10,000 invitados que abarrotaron el auditorio. El vocalista se encargó de energizar las lunetas, las gradas más lejanas y a los suertudos que estaban a escasos metros de distancia.
El evento "chusco", por ponerlo de alguna forma, se dio más o menos a la mitad del concierto cuando unos de los platillos de Portnoy parecía aflojarse (claro, después de haberlo reventado cientos de veces). Mientras tocaba, lo arrancó y lo lanzó al suelo. Rápidamente, salió alguien del 'crew' a recogerlo. Lo trató de colocar de nuevo sólo para llevarse una mirada del virtuoso baterista indicándole que mejor se fuera a dar una vuelta. La rola seguía y Portnoy se veía molesto. Así es que decidió lanzar una de sus baquetas justo a donde se encontraba el crew. Ya lo saben. Instalen la batería como se debe o les llega un proyectil de parte de Mike Portnoy. Zafo.
La noche terminó con una afición entregada y completamente satisfecha por el espectáculo del que fue testigo. Los integrantes, de igual manera, salieron satisfechos por ofrenda de los miles de metaleros que se dieron cita esta noche. La banda prometió regresar...

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El show de Chris Martin (también conocido como Coldplay)

La noche del sábado 6 de marzo fue una que miles de personas en el D.F. anhelaban durante meses. La Coldplaymanía permeaba en periódicos, revistas y, desde luego, las redes sociales más populares.
No me declaro gran fan de la banda. Sin embargo, habiendo asistido al concierto que ofrecieron en el Palacio de los Deportes hace unos años, decidí verlos en una faceta nueva: una súper banda de rock que aspira sólo a la fama y éxito (y capacidad de acarrear grandes masas) de bandas como U2 o los Rolling Stones (algo que también busca el show de Brandon Flowers también conocido como The Killers). Y, si me regalaron los boletos, pues, ¿por qué no ir?
Después de un tráfico de los que sólo el D.F. (y su gobierno) puede regalar, llegué al tan ansiado foro del concierto. Mis lugares no eran los mejores, pero no me puedo quejar.
Y así fue, algo pasadas las 10 de la noche, se apagaron las luces y se comenzó a escuchar el vals del Bello Danubio Azul para introducir a la banda. Fue el tema que más FUERTE se escuchó en el estadio. No, no es una broma. El sonido fue, francamente, decepcionante. ¿Alguna vez has bajado un torrent de mala calidad? ¿O has bajado el audio de un video de YouTube? Así se escuchó todo el concierto. Si pudiera resumirlo en una palabra sería: sucio.
Pero si algo sabe hacer Chris Martin, corrección, Coldplay es crear éxitos. Son una máquina de hacer canciones pegajosas, con letras profundas (de nuevo los aplausos al señor Martin) y con las que se identifica la gente. Y así fue como dio inicio el concierto: con la energía de algunos de sus "viejos" éxitos. Luego cayó en un "bajón" de rolas "en serio" en donde la gente se comenzó a relajar. Volvió a retomar fuerza cuando interpretaron una nueva (para mí) versión de "God put a Smile Upon your Face" unida a "Talk". Fue una versión menos romántica y más pop que me pareció lo mejor que ofreció la banda durante el espectáculo. Viva la Vida, obviamente, fue la canción más coreada. Está diseñada para ello.
Llena de energía, la figura del líder de la banda se paseaba por todos lados en el escenario. Su voz es impecable. Su condición física aún más. En cuanto a sus acompañantes, en rolas como Talk o Politik, la guitarra de Jonny (sí, así se escribe) Buckland careció del poderío y energía que las caracteriza en las versiones de estudio. Creo que, además del "detalle" del sonido, esto es lo que resume el concierto. Una guitarra que no hacía retumbar las gradas del Foro Sol, una batería que sonaba mugrosa y un bajo que no nos hacía sentir el gran talento del buen Guy Berryman.
Tampoco se ayudaron con un espectáculo de luces o video. Es éste su estilo. Eso sí, hubo fuegos artificiales (¿qué no están prohibidos en el D.F.?) que sorprendieron e hicieron gozar a más de uno. En mi opinión, faltaron luces y acentos para energizar al público que coreaba pero no bailaba tanto.
A pesar de todo esto, la banda tiene excelentes detalles para/con el público. Todo el tiempo se acercan e incluso interpretaron 2 o 3 canciones (en sus versiones country - harmónicas incluidas) desde una plataforma incrustada en medio de la zona General B. Además, Chris Martin pasó la noche entera hablando en español.
¿Lo mejor del concierto? La gente. Una vez más, el público mexicano se entregó a sus ídolos coreando, si no todas, la vasta mayoría de las canciones. Liderados por Martin, se formó una ola espectacular apoyado por los nuevos encendedores: los celulares. El "olé olé olé" fue escaliofriante (empero, de ninguna manera, más que en un pletórico Estadio Azteca). Gracias al público mexicano, la noche de ayer será una que muchos recuerden por mucho tiempo (tengo entendido que la gente llegó a llorar con algunas rolas).
Es lo que hubo. Seguidamente del encore, la banda se despidió sólo para regresar hoy al Foro Sol. Esperemos que el sonido esté a la altura a la que dice estar la banda.
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