domingo, 7 de marzo de 2010

El show de Chris Martin (también conocido como Coldplay)

La noche del sábado 6 de marzo fue una que miles de personas en el D.F. anhelaban durante meses. La Coldplaymanía permeaba en periódicos, revistas y, desde luego, las redes sociales más populares.
No me declaro gran fan de la banda. Sin embargo, habiendo asistido al concierto que ofrecieron en el Palacio de los Deportes hace unos años, decidí verlos en una faceta nueva: una súper banda de rock que aspira sólo a la fama y éxito (y capacidad de acarrear grandes masas) de bandas como U2 o los Rolling Stones (algo que también busca el show de Brandon Flowers también conocido como The Killers). Y, si me regalaron los boletos, pues, ¿por qué no ir?
Después de un tráfico de los que sólo el D.F. (y su gobierno) puede regalar, llegué al tan ansiado foro del concierto. Mis lugares no eran los mejores, pero no me puedo quejar.
Y así fue, algo pasadas las 10 de la noche, se apagaron las luces y se comenzó a escuchar el vals del Bello Danubio Azul para introducir a la banda. Fue el tema que más FUERTE se escuchó en el estadio. No, no es una broma. El sonido fue, francamente, decepcionante. ¿Alguna vez has bajado un torrent de mala calidad? ¿O has bajado el audio de un video de YouTube? Así se escuchó todo el concierto. Si pudiera resumirlo en una palabra sería: sucio.
Pero si algo sabe hacer Chris Martin, corrección, Coldplay es crear éxitos. Son una máquina de hacer canciones pegajosas, con letras profundas (de nuevo los aplausos al señor Martin) y con las que se identifica la gente. Y así fue como dio inicio el concierto: con la energía de algunos de sus "viejos" éxitos. Luego cayó en un "bajón" de rolas "en serio" en donde la gente se comenzó a relajar. Volvió a retomar fuerza cuando interpretaron una nueva (para mí) versión de "God put a Smile Upon your Face" unida a "Talk". Fue una versión menos romántica y más pop que me pareció lo mejor que ofreció la banda durante el espectáculo. Viva la Vida, obviamente, fue la canción más coreada. Está diseñada para ello.
Llena de energía, la figura del líder de la banda se paseaba por todos lados en el escenario. Su voz es impecable. Su condición física aún más. En cuanto a sus acompañantes, en rolas como Talk o Politik, la guitarra de Jonny (sí, así se escribe) Buckland careció del poderío y energía que las caracteriza en las versiones de estudio. Creo que, además del "detalle" del sonido, esto es lo que resume el concierto. Una guitarra que no hacía retumbar las gradas del Foro Sol, una batería que sonaba mugrosa y un bajo que no nos hacía sentir el gran talento del buen Guy Berryman.
Tampoco se ayudaron con un espectáculo de luces o video. Es éste su estilo. Eso sí, hubo fuegos artificiales (¿qué no están prohibidos en el D.F.?) que sorprendieron e hicieron gozar a más de uno. En mi opinión, faltaron luces y acentos para energizar al público que coreaba pero no bailaba tanto.
A pesar de todo esto, la banda tiene excelentes detalles para/con el público. Todo el tiempo se acercan e incluso interpretaron 2 o 3 canciones (en sus versiones country - harmónicas incluidas) desde una plataforma incrustada en medio de la zona General B. Además, Chris Martin pasó la noche entera hablando en español.
¿Lo mejor del concierto? La gente. Una vez más, el público mexicano se entregó a sus ídolos coreando, si no todas, la vasta mayoría de las canciones. Liderados por Martin, se formó una ola espectacular apoyado por los nuevos encendedores: los celulares. El "olé olé olé" fue escaliofriante (empero, de ninguna manera, más que en un pletórico Estadio Azteca). Gracias al público mexicano, la noche de ayer será una que muchos recuerden por mucho tiempo (tengo entendido que la gente llegó a llorar con algunas rolas).
Es lo que hubo. Seguidamente del encore, la banda se despidió sólo para regresar hoy al Foro Sol. Esperemos que el sonido esté a la altura a la que dice estar la banda.
s2

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